Fotografía por Aníbal Santos Gómez

miércoles, 10 de febrero de 2010

Trementina en los labios

Sabía dónde vivía. Por eso, de vez en cuando, se dejaba caer por su casa. Normalmente la caída iba seguida de unas feas heridas en las rodillas, pero ella ya estaba acostumbrada. No se daba cuenta de que la caída era cada vez más y más profunda.

Tenía preparados unos lápices de colores y bosques de folios.

-Hola, soy yo.

-Ya, ya lo sabía.

Le abrió la puerta y la dejó pasar. Él era muy laissez-faire, por eso ella se puso cómoda en su sofá sin que él apenas se diera cuenta. Ella en cambio notó sus manos roncas. Había estado dibujando toda la noche.

-Pensé que me esperarías.

-Ya, lo siento.

-No, no lo sientes.

Lo miró de soslayo; de otra forma, él habría notado el peso de sus ojos.Lo golpeaba con la mirada tantas veces que él ya sabía cuándo se produciría el asalto. Esta vez, había cargado la pistola y pretendía contraatacar. Ella cambió de tema con un parpadeo y se puso a colorear; bajó el arma.

Los relojes se cansaron de contar horas y se hizo de día, pero ellos seguían coloreando.

Cuando él se levantó a preparar café, ella lo miró en silencio.Volvió a sacar la pistola, comprobó la recámara y quitó el seguro.

-Tienes trementina en los labios.

Ella apareció como una descarga ante él, sus miradas se hilaron durante unas centésimas de segundo y sus labios parpadearon sobre los de él. Sólo se escuchó un disparo.

4 comentarios:

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  3. tiene buena pinta, pero las últimas letras de la parte derecha de la columna no aparecen bien del todo.

    Seguiré este blog de cerca, besitos

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  4. Jo, hace mucho que no actualizas T__T (mira quién fue a hablar u__U)

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