Apoyado en la barra, giró la cabeza. Vio mi silueta entre una tímida niebla que desdibujaba mis contornos. O era el miedo. Temblando de frío, puse mis pies en el camino de ascuas que llevaba hasta él y comencé a andar, a pesar del dolor. O era la inseguridad.
-Llegas tarde –dijo él- Te he estado esperando dieciocho años.
Creo que me fue ahí cuando me dijo su nombre. Era algo así como un héroe, pero no quería ser descubierto, por eso me lo susurró al oído. Su nombre y el porqué de llamarse así. Nunca supe muy bien si la historia que empezó a contarme era verdad o no, aunque años más tarde comprobé que sí, y otros muchos porqués.